miércoles, 22 de mayo de 2019

Pedagogía de María Montessori para descubrir el mundo con alegría



El instante con mayor potencialidad de un niño, corresponde a la edad comprendida entre los 0 y los 11 años, siendo el periodo más intenso el comprendido entre los 0 y los 6 años. Es lo que María Montessori denominaba como periodos sensibles, es decir, momentos de gran plasticidad en el desarrollo neuroemocional de los más pequeños.
Cada descubrimiento en un niño es una conquista personal, y no hay mayor felicidad que la de sentirse seguro y feliz para avanzar con alegría en ese camino de aprendizajes cotidianos, donde siempre les ofrezcamos nuestro amor.
Si hay una idea que en ocasiones se ve con cierto temor es el aspecto de «dar libertad» a los niños. Es necesario matizar dicha idea. Por ello, te invitamos a ahondar un poco más en el método de María Montessori para comprenderlo un poco más, y para ver también el indiscutible valor de educar en emociones. En alegría.


Estrategia María Montessori: enséñame a hacerlo por mi mismo

Dar libertad a nuestros niños no significa ni mucho menos despreocuparse y darles completa autonomía. En absoluto. Se trata en realidad de lo siguiente.
  • Para que un niño sea capaz de adquirir y asentar un aprendizaje necesita primero un guía, más tarde, hacerlo por sí mismo.
  • Si lo hacemos por ellos, si les resolvemos tareas, obligaciones cotidianas, si ponemos límites en su día a día para tenerlos controlados, los niños no serán capaces de descubrir cosas por sí solos. Es más, les generaremos dependencia, o bien ansiedad ante esa necesidad de «supervisión» continua.
  • Ofréceles apoyo en el día a día, demuestrales que son capaces de muchas cosas y que confías en ellos porque los quieres. Esa sensación de saberse queridos y reconocidos, les aporta seguridad para moverse en sus contextos particulares.


Estrategia María Montessori: descubriendo el mundo con alegría

No hay mejor forma que abrirse paso por la vida que con unas buenas pinceladas de alegría en el corazón, confianza en la mente y la sensación de sentirse libres, capaces y fuertes para descubrir el mundo.
Por ello, es necesario tener en cuenta que para aprender hay que tener motivación, y para disfrutar de esa emoción tan positiva requiere de pequeños esfuerzos cotidianos por nuestra parte.
  • Ofrécele numerosas oportunidades de aprendizaje tanto en casa como en el exterior.
  • Haz a tu hijo partícipe de las tareas del hogar, deja que te ayude a cocinar, permite que tenga sus propias plantas, que elija sus propios libros… Permite que tenga voz, y que sepa escuchar la de los demás.
  • Ofrécele retos. Puedes utilizar en casa una «caja de sorpresas». En ella, cada día, puedes introducir algo nuevo para tus hijos: un cuento, una semilla que plantar, una invitación para ir al museo, una concesión a cambio de una nueva responsabilidad…

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